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Meditar para la ecuanimidad


  1. Encuentra un lugar tranquilo y siéntate cómodamente en una postura que puedas mantener durante la meditación. Puedes sentarte en una silla, en el suelo con las piernas cruzadas o en cualquier posición que te resulte cómoda. Cierra los ojos o baja la mirada, sin enfocar la vista en nada en particular.

  2. Comienza prestando atención a tu respiración, observándola sin tratar de cambiarla. Concéntrate en las sensaciones físicas de la respiración en tu nariz, pecho o abdomen. Si tu mente se distrae, simplemente trae tu atención de vuelta a la respiración.

  3. Una vez que te sientas más centrado y enfocado en la respiración, empieza a cultivar la ecuanimidad repitiendo frases o afirmaciones que te ayuden a desarrollar una actitud equilibrada. Algunos ejemplos de frases podrían ser: "Que yo pueda aceptar las cosas tal como son", "Que yo pueda permanecer equilibrado en medio de la felicidad y el sufrimiento", "Que yo pueda dejar ir mis preferencias y aversiones".

  4. Visualiza a las personas de tu vida, incluyéndote a ti mismo, y extiende la ecuanimidad hacia ellos. Puedes comenzar con personas cercanas a ti, luego expandir hacia personas neutrales, y finalmente hacia personas difíciles o con quienes tengas conflictos. Al hacerlo, repite las frases o afirmaciones de ecuanimidad para cada persona, deseándoles que puedan experimentar la misma ecuanimidad que tú estás cultivando.

  5. Al extender la ecuanimidad hacia los demás, trata de mantener una actitud mental abierta y aceptadora, permitiéndote sentir lo que sientes sin juzgar ni reaccionar a tus emociones.

  6. Para finalizar la meditación, vuelve a centrar tu atención en la respiración durante unos minutos. Luego, abre los ojos y toma un momento para reflexionar sobre la experiencia y cómo puedes llevar la ecuanimidad a tu vida cotidiana.

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  Encuentra un lugar tranquilo para meditar y siéntate cómodamente en una postura que puedas mantener durante la práctica. Puedes sentarte en una silla, en el suelo con las piernas cruzadas o en cualquier posición que te resulte cómoda. Cierra los ojos o baja la mirada, sin enfocar la vista en nada en particular. Comienza centrándote en tu respiración. Respira de manera natural y observa cómo entra y sale el aire de tu cuerpo. Haz esto durante unos minutos para calmar y enfocar la mente. Ahora, dirige tu atención hacia ti mismo y comienza a generar sentimientos de amor y bondad. Puedes usar frases o afirmaciones para ayudarte, como "Que yo sea feliz", "Que yo esté sano y fuerte", "Que yo esté a salvo" o "Que yo esté en paz". Repite estas frases mentalmente mientras te enfocas en la sensación de amor y bondad que surgen en tu corazón. Una vez que hayas cultivado la bondad amorosa hacia ti mismo, comienza a extenderla hacia los demás. Puedes empeza